O 20 de febreiro de 2022 entrou en vigor o Plan Hidrolóxico de Galicia-Costa 2021-2027, un instrumento de planificación que, como apunta Augas de Galicia na súa web, ten moi en conta a necesidade de adaptar a xestión da auga ao novo contexto de cambio climático, tanto no que respecta ao risco de inundacións como aos episodios de seca.
Este plan, que estará vixente durante seis anos, permitirá velar pola calidade de todos os ríos que nacen e morren en Galicia, das augas costeiras asociadas e das augas de transición. Consta de 212 medidas e 1.885 millóns de inversión, dos que 972 destinaránse a saneamento e 560 a abastecimento. A Xunta asumirá o 52% das medidas e o 63% da inversión prevista.
Galicia é das primeiras comunidades en concretar este plan, entre cuxas principais novidades atópanse:
- Limitar plantacións en zonas de servidume de dominio público hidráulico e de traballos que supoñan o deterioro dos ecosistemas dos ríos, fomentando a vexetación de ribeira.
- Protexer mellor as masas de auga cunha mellor xestión dos xurros, para o que establece la oligatoriedade de impermeabilizar o seu almacenamento e cubrilos axeitadamente para evitar posibles verteduras.
- Maior control dos caudais ecolóxicos.
- Medidas contra o uso abusivo da auga.
Aproveitando a entrada en vigor deste plan, o director do área de I+D+i de Emalcsa, Ricardo Vázquez Pérez, fai unha primeira análise deste texto dende o punto de vista da Coruña no seguinte artículo.
Plan Hidrológico Galicia-Costa: una primera visión desde A Coruña
Ricardo Vázquez Pérez
Director del Área de I+D+i de Emalcsa
El 24 de enero se publicaba en el BOE el RD 48/2023, por el que se aprobaba el Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica Galicia-Costa. Mas allá del significado de que haya sido, junto con el plan de las Islas Baleares, el primero que se aprueba del actual periodo de revisión (lo que dice mucho sobre el compromiso y la responsabilidad de nuestros técnicos de Augas de Galicia), el plan aprobado plantea, desde mi punto de vista, algunas incógnitas, sobre todo en lo referido al ámbito de influencia del sistema de abastecimiento número 11 que afecta al área de A Coruña y su entorno metropolitano.
El documento aprobado es inmenso, complejo y, seguramente, muy completo, como lo ha sido también su tramitación, donde los periodos de exposición pública son abundantes y bien promocionados por la administración hidráulica como es preceptivo. Sin embargo, esa amplitud y complejidad también es una forma de ocultar muchos de los problemas que la actual planificación no resuelve. Galicia es, como decía Cunqueiro, el país de los mil ríos. Yo no sé si son mil, pero el análisis de las masas de agua identificadas hace pensar que sí estamos cerca. El agravante de la cantidad es que muchas de las masas de agua se corresponden a sistemas pequeños y, por lo tanto, frágiles. Además, esta pequeña dimensión implica que el análisis del estado y de las presiones no puede ser, me imagino que por recursos, muy exhaustivo, por lo que la definición de los problemas y las soluciones son muy generalistas.
Quiero entender que es muy importante que en el futuro la sociedad civil se implicará en los siguientes periodos, si queremos que el análisis de los problemas no sea tan generalista y podamos atacar problemas concretos desde un conocimiento más intenso para lo que, insisto, es muy necesaria la participación activa y honesta de agentes locales.
Atendiendo a la problemática concreta de las masas de agua de nuestro sistema, el de Coruña y su entorno, y los problemas identificados, así como las medidas propuestas para su resolución, este planteamiento generalista también parece estar presente. En concreto y por focalizar un problema, el embalse de Cecebre, principal infraestructura y masa de agua que garantiza el abastecimiento del área coruñesa presenta importantes deficiencias, según la catalogación de los técnicos de la demarcación, empezando por su estado, que se cataloga como «peor que bo». Esta catalogación, además, se ha repetido en los dos últimos periodos de planificación hidrológica. Las deficiencias encontradas hacen referencia a la progresiva eutrofización del embalse, un mecanismo natural por otro lado, pero está claro que si no hacemos algo puede ir a peor y afectar de forma directa a la calidad del agua y a todos los procesos que sería necesario implementar para garantizar un agua potable a los ciudadanos. Y aquí es donde encontramos las mayores carencias porque esta problemática, identificada y catalogada, requiere un programa de seguimiento, que se integra de forma genérica en las acciones de vigilancia y seguimiento de la propia demarcación, y unas medidas que, en el caso de Cecebre, son también genéricas y que no están desde luego adaptadas a la problemática concreta de esta masa de agua.
Así que podemos estar contentos porque tenemos, y somos de los primeros, una revisión de las actuaciones en el ámbito hidrológico, con un ambicioso y extenso programa de medidas. Pero también debemos estar vigilantes porque parece que la amplitud y extensión de la demarcación deja demasiados problemas sin actividad concreta para su resolución, o por lo menos no identificados en el programa de medidas.