El cangrejo americano es desde hace algún tiempo una de las especies invasoras que más problemas causa en el embalse de Cecebre. No hay más que dar un paseo por los aledaños de éste para darse cuenta. Está por todas partes. Sobre todo en primavera y verano.
Estos cangrejos construyen galerías subterráneas que erosionan el terreno y provocan desprendimientos de tierra en el embalse que merman la vegetación de ribera, clave para proteger la calidad del agua. A esto hay que sumar sus efectos nocivos sobre la biodiversidad de la zona (la presencia de anfibios y libélulas, de cuyos huevos se alimenta el cangrejo americano, se han reducido considerablemente). Como señala el naturalista Juan Veiga, las nutrias que habitan en el embalse comen este cangrejo. No obstante, esto no basta para que la población de esta especie invasora se reduzca lo suficiente, como se puede comprobar en este vídeo emitido en los informativos de La Sexta.
Por este motivo, investigadores de la Universidad de A Coruña, en colaboración con la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo, y el apoyo de las Cátedras Emalcsa-UDC e Hijos de Rivera, han puesto en marcha una iniciativa para controlar la población de cangrejo americano en Cecebre. El proyecto servirá para cuantificar la colonia de esta especie presente en el embalse y estudiar las medidas más apropiadas para reducirla y tenerla controlada. Asimismo también evaluará el paso de determinadas sustancias a la cadena alimentaria provocada por la ingesta de cangrejos por otras especies como la nutria.
«El embalse es muy amplio y siempre van a quedar huevos, ejemplares que se entierran debajo del agua porque tienen un ciclo con hibernación parte del año. Pero se trata de rebajar su presencia a una tasa que permita que los problemas de biodiversidad y erosión no se acrecienten», señalaba Jorge Blanco, gerente de la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo el pasado octubre en el diario La Opinión. «Si se rompe el equilibrio, puede ser perjudicial para el medio ambiente y el ser humano. Cuantos más organismos haya, más garantía tenemos de que esa es un agua de calidad», añadía.
El proyecto se desarrollará entre los años 2022 y 2023 y cuenta con un presupuesto de 35.000 euros, la mayoría porvenientes de Fondos Feder asignados a los Grupos de Desarrollo Rural, en este caso concreto, al de Mariñas Betanzos, que gestiona la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo.