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El paleoclimatólogo Armand Hernández reflexiona sobre el retroceso de los glaciares en España en el Día Mundial del Agua

El acceso al agua es un derecho fundamental y un pilar esencial para la vida en el planeta. Sin embargo, en el contexto actual de cambio climático, este recurso está sometido a una presión sin precedentes. Con motivo del Día Mundial del Agua, el paleoclimatólogo Armand Hernández, investigador Ramón y Cajal del Grupo de Investigación en Cambio Ambiental (GRICA) del CICA (Centro Interdisciplinar de Química e Bioloxía) de la UDC, reflexiona sobre los desafíos que enfrenta la disponibilidad de agua en un escenario de calentamiento global acelerado. 
Desde su experiencia en el Grupo de Investigación en Cambio Ambiental, el Dr. Hernández analiza cómo el retroceso de los glaciares y la alteración de los ciclos hidrológicos están transformando la gestión del agua, afectando tanto a los ecosistemas como a las comunidades que dependen de este recurso. En su artículo de opinión, destaca la urgencia de adoptar estrategias de adaptación que permitan garantizar la seguridad hídrica en un futuro marcado por la incertidumbre climática. 

Emalcsa
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Armand Hernández

Investigador Ramón y Cajal del Grupo de Investigación en Cambio Ambiental (GRICA) del CICA (Centro Interdisciplinar de Química e Bioloxía) de la Universidade da Coruña

Armand Hernández
En la última década, los glaciares en España han experimentado un retroceso acelerado, con una significativa pérdida de extensión y espesor. Este proceso ha reducido su número y ha propiciado la aparición de dinámicas propias de las fases finales antes de su desaparición. Así lo confirma el informe CLIVAR-Spain 2024, presentado recientemente, que ofrece una actualización clave sobre el estado del clima en España, destacando los efectos del cambio climático en los ecosistemas terrestres y marinos del país. Los glaciares son uno de los componentes más sensibles del sistema climático, respondiendo de forma visible a sus cambios. En los últimos millones de años, las oscilaciones climáticas del Cuaternario han provocado periodos de expansión y retroceso de los glaciares, lo que ha tenido efectos importantes en el paisaje y el propio clima. En la Península Ibérica, la alternancia entre periodos glaciares e interglaciares ha favorecido la expansión y la contracción de los glaciares en las zonas montañosas, especialmente en las regiones más altas. En general, los glaciares en esta región han sido de tamaño modesto, y se encontraban en las cabeceras de los valles o en zonas de gran altitud, sin llegar a las llanuras circundantes1.
Día Mundial del Agua

Glaciar de Monte Perdido desde el valle de Pineta. En la foto se aprecia la separación entre la sección superior (justo debajo de la cumbre del Monte Perdido) y la sección intermedia, hacia la izquierda (Agosto de 2007). Más a la derecha se ve la cumbre del Cilindro de Marboré con sus característicos pliegues. www.swisseduc.ch 

Aunque los glaciares más grandes se encuentran en retroceso, las huellas dejadas por ellos, como morrenas y bloques erráticos, han permitido reconstruir la extensión de las principales fases glaciares ocurridas en la Península Ibérica. Estos vestigios han sido esenciales para entender la evolución glaciar, aunque el proceso erosivo de los glaciares durante su expansión ha destruido muchas de las evidencias de glaciaciones anteriores. Así, la actividad glaciar más antigua registrada en las montañas ibéricas se remonta a aproximadamente 130.000-170.000 años. En el último ciclo glaciar, que corresponde al Pleistoceno, los glaciares de las montañas ibéricas alcanzaron su máxima expansión en diferentes momentos según la cordillera, siendo las mayores acumulaciones de hielo en los Pirineos y la Cordillera Cantábrica entre 30.000 y 60.000 años atrás, mientras que otras montañas, como Sierra Nevada, alcanzaron su máxima expansión alrededor de 30.000 años atrás2.  
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Retroceso del Glaciar de la Maladeta entre 1985 y 2011. www.swisseduc.ch

El final de la última edad del hielo, iniciado hace entre 19.000 y 20.000 años, impulsó el retroceso de los glaciares3, un proceso particularmente rápido en la Península Ibérica, donde para hace 17.000-18.000 años estos se habían reducido considerablemente. La transición hacia el Holoceno, el periodo interglaciar actual, no fue gradual, sino que estuvo marcada por fluctuaciones climáticas, como la fase fría conocida como Younger Dryas, entre 12.900 y 11.700 años atrás, que provocó una expansión temporal de los glaciares4. Durante el Holoceno, el clima más cálido impidió la formación de grandes glaciares, aunque en periodos fríos como el Neoglaciar (hace 6.000-3.000 años), se generaron pequeños glaciares en las montañas ibéricas. Sin embargo, estos episodios de avance glaciar fueron efímeros y nunca alcanzaron las dimensiones de las glaciaciones pasadas. La Pequeña Edad de Hielo (1300-1850 d.C.) representó el periodo más frío de los últimos milenios, favoreciendo la expansión de los glaciares en los Pirineos y otras montañas ibéricas5. Desde 1850, estos glaciares han sufrido un intenso retroceso, pasando de 52 a solo 21 en 2016, con una reducción de casi el 90% de su superficie6. En las últimas décadas, esta tendencia ha continuado, y en 2020 la superficie glaciar en los Pirineos se estimaba en menos de 230 hectáreas, con una pérdida de entre 6 y 8 metros de espesor en algunos glaciares1.
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Glaciar de Posets. Los neveros restantes cubren por completo lo que pueda quedar del glaciar, pero un interesante conjunto de estructuras lobuladas en la parte inferior del circo recuerda a un glaciar rocoso. www.swisseduc.ch

Actualmente, las condiciones más frías de la Península Ibérica se han desplazado hacia mayor altitud, provocando que la línea de equilibrio de los glaciares suba y ponga en riesgo su supervivencia. En regiones como los Pirineos, estos glaciares podrían desaparecer por completo en las próximas décadas debido al calentamiento global7.

Esta disminución acelerada de la cobertura nival no solo transforma el paisaje y supone una pérdida irreversible para el medio ambiente, sino que también aumenta los riesgos de peligros naturales, como deslizamientos de tierra y avalanchas. Además, la reducción del tamaño y la extensión de los glaciares afectará a las comunidades que dependen de estos recursos, evidenciando la amenaza creciente que el cambio climático representa para el patrimonio natural ibérico.

1Vidaller et al., 2021. Toward an Ice-Free Mountain Range: Demise of Pyrenean Glaciers During 2011–2020. Geophys. Res. Lett. 48, e2021GL094339.
2Oliva et al., 2019. Late Quaternary glacial phases in the Iberian Peninsula. Earth-Sci. Rev. 192, 564–600.
3Clark et al., 2009. The Last Glacial Maximum. Science 325, 710–714.
4Fernandes et al., 2022. Glacial oscillations during the Bølling–Allerød Interstadial–Younger Dryas transition in the Ruda Valley, Central Pyrenees. J. Quat. Sci. 37, 42–58.
5Oliva et al., 2018. The Little Ice Age in Iberian mountains. Earth-Sci. Rev. 177, 175–208.
6Rico et al., 2017. Superficie glaciar actual en los Pirineos: Una actualización para 2016. Pirineos 172, 029.
7CLIVAR-Spain, 2024. The CLIVAR-Spain report on the Climate in Spain. Ed: Subsecretaría Gabinete Técnico (MITECO) Madrid, ISBN (en línea): 978-84-18778-49-0.

*La Cátedra Emalcsa no se identifica necesariamente con las visiones expuestas por los autores de los artículos que publica. Nuestra intención es ser un medio para la difusión, el diálogo, el debate y el avance en conocimiento.