La innovación forma parte del ADN de Emalcsa. De hecho la Empresa Municipal de Aguas de A Coruña lleva impulsando iniciativas innovadoras prácticamente desde su fundación, allá por el año 1908, cuando todavía se denominaba Aguas de La Coruña S. A. En ese año se inauguraba la traída de A Coruña y con ella una primitiva planta potabilizadora en Cañás, una pequeña parroquia situada a cuatro kilómetros de Carral. Constaba de unas rudimentarias instalaciones en las que se recogía agua del río Barcés para conducirla a una pequeña presa con un depósito que amortiguaba la corriente del agua. El objetivo era eliminar parte de los materiales que arrastraba el agua y dejarla más limpia y apta para el consumo. Este era el sistema con el que entonces se pretendía depurar el agua. Evidentemente, y debido a la falta de tecnología, se hacía poco menos que de manera testimonial. No obstante, la instalación tenía su importancia y se vigilaba a conciencia. De hecho, contaba con un puesto de guardia que todavía hoy se conserva en la que vivía un encargado de cuidar las instalaciones y el suministro de agua. Entre sus responsabilidades se encontraba patrullar a caballo a red de distribución para evitar que nadie robase el líquido para abastecer su huerta. Eran otros tiempos.
Allí, en Cañás, dio Emalcsa sus primeros pasos en lo que a innovación se refiere con la instalación, en 1915, de filtros lentos, un proyecto que se había solicitado cuatro años antes al Ministerio de Fomento debido a que las primitivas instalaciones se antojaban insuficientes. Los filtros lentos permitían filtrar 25 litros de agua por segundo y 2.160 metros cúbicos al día. Todo un avance para la época. Evidentemente, mejoraba lo que había, aunque pocos años después, en concreto, en 1921, hubo que cambiarlos ya que no permitían cubrir el abastecimiento de agua a la ciudad como Aguas de La Coruña quería debido al crecimiento que había experimentado la ciudad en cuanto a habitantes. Normal. A Coruña había pasado de los 47.984 que tenía en 1910 a los 62.022 de 1920. Es decir, que en una década, la población se había incrementado en 14.038 personas.
Pero A Coruña siguió creciendo y los filtros lentos enseguida se quedaron pequeños. Los 25 litros por segundo que eran capaces de tratar no bastaban para la emergente ciudad de A Coruña, por lo que siete años después, en 1922, se redactó el proyecto para mejorar la planta con filtros rápidos, cuya capacidad (75 litros por segundo y 6.480 m3 por día) triplicaba la de los filtros lentos. Pero la renovación de Cañás no sólo se quedó en los filtros. También se construyeron unas nuevas instalaciones proyectadas por Gonzalo Esteban Saavedra que prácticamente se mantienen intactas hoy en día, si bien es cierto que en 1953 se sustituyó el antiguo revestimiento de madera por otro de hormigón.
A Coruña, segunda ciudad, tras Bilbao e Valencia, en contar con filtros rápidos
En aquella época los filtros rápidos eran todo un invento. Se utilizaban en América y en Alemania, pero en España, sólo Bilbao y Valencia precedieron a A Coruña en su instalación. Y los filtros rápidos no fueron la única novedad en lo que a depuración de aguas se refiere. Por un lado se convirtieron los antiguos filtros lentos en cuatro decantadores para separar el fango del agua (desde éstos se bombeaba el agua a los filtros rápidos mediante unos motores de gasoil, uno de los cuales se conserva en las instalaciones de Emalcsa en la Casa del Agua), y por otro se construyó un edificio en el que se esterilizaba el agua con cloro y otro con instalaciones complementarias compuesto por un almacén, una zona ajardinada, y lo más curioso, una estación telefónica. Porque en Cañás había un teléfono que todavía se conserva y que algunos dicen que fue el primero que hubo en A Coruña y su entorno, que se conectaba con el depósito de Monte Alto, situado a 25 kilómetros de distancia. Entre ambos había cinco estaciones intermedias para informar con la mayor rapidez de las posibles incidencias que hubiese en la red. El teléfono fue restaurado hace unos años.
En las nuevas instalaciones brillaba con luz propia el edificio principal de Cañás, una joya del Modernismo que ofrece aún hoy la imagen más reconocible de la ETAP. Era el tercero que se construía en España según el modelo del alemán H. Reisert, tras los de Bilbao y Valencia -entonces con poblaciones muy superiores a las de A Coruña-. Las piezas de hormigón que formaban el anterior filtro lento se aprovecharon para pavimentar los caminos exteriores de la estación. Y allí siguen.
La construcción del inmueble principal, diseñado por Gonzalo Esteban Saavedra en 1922, según los planos que se conservan, fue, como puede verse, muy rápida, debido a la necesidad de garantizar el suministro de agua a una A Coruña que crecía como nunca en ese tiempo. De un incuestionable valor artístico y arquitectónico, el edificio es una estructura de 632 metros cuadrados y casi 15 metros de alto, con unas impresionantes cristaleras y una terraza que sobresale de la fachada principal, desde la que se podían vigilar los depósitos de decantación y la toma del río Barcés. Su valor artístico y arquitectónico siempre sorprende.
La ETAP de Cañás, por cierto, sigue operativa. Sólo abastece a Carral, pero es la estación de tratamiento de agua potable más antigua de España en funcionamiento y un enclave fundamental del patrimonio de Emalcsa, siempre pendiente de su mantenimiento y conservación. No en vano, los proyectos de innovación de la empresa, que hoy desarrolla la Cátedra Emalcsa-UDC, comenzaron allí.