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La profesora Laura Oso, directora adjunta del CISPAC de la UDC, explica en este artículo escrito para la Cátedra Emalcsa-UDC con motivo del Día Mundial del Agua 2024 la estrecha relación entre el agua y los movimientos migratorios

La profesora Laura Oso explica en el siguiente artículo escrito para la Cátedra Emalcsa-UDC con motivo del Día Mundial del Agua 2024 la estrecha relación entre el exceso o escasez de agua y los movimientos migratorios. Asimismo propone tratar las migraciones no sólo como un problema derivado de los conflictos y de las catástrofes naturales sino también como una posible solución a las mismas

Movernos como el agua: la migración planificada como una solución ante el reto del cambio climático

Laura Oso

Directora adjunta del Centro de Investigación Interuniversitario das Paisaxes Atlánticas Culturais (CISPAC). Catedrática de Universidad, Facultade de Socioloxía, Universidade da Coruña

El exceso de agua o su escasez puede estar detrás del surgimiento de desplazamientos humanos, que se están intensificando en los últimos años. Ciclones, sequías, lluvias intensas, desertización, subida del nivel del mar, tsunamis.

El agua se mueve, sigue su curso, su ciclo natural, recorre vericuetos, descarga tensiones, invade terrenos, se evapora y vuela. El movimiento del agua es considerado como algo natural. Contrariamente, la movilidad humana, aunque es intrínseca a la historia de la humanidad, se percibe en las sociedades contemporáneas como un proceso ‘fuera de lo normal’. Las migraciones están, en la actualidad, en el foco de la atención pública, son tratadas como un problema de la sociedad global. En las últimas décadas, el fortalecimiento de las políticas de control de fronteras se ha visto acompañado del surgimiento de actitudes xenófobas, de conflictos y muertes. Las pantallas de televisión enfocan cadáveres de migrantes que llegan a las orillas del Mediterráneo, arrastrados por la marea, hundiéndose y flotando con el baile de las olas del mar. Imágenes con las cuales nos hemos acostumbrado a convivir en la sobremesa.

No obstante, las movilidades humanas, con independencia del control, de los muros, de las barreras, seguirán incrementándose durante las próximas décadas. Las guerras generan importantes desplazamientos forzados, lo hemos vivido tras los conflictos en Siria, Afganistán, Ucrania, entre otros. Pero también las movilidades humanas se acentuarán con el cambio climático. Y muchas veces, los conflictos bélicos están estrechamente relacionados con la escasez de recursos naturales. Así, por ejemplo, la intensa sequía contribuyó a intensificar las tensiones que desembocaron en la guerra de Siria. Son varias las voces que están anunciando cómo el cambio climático acrecentará los conflictos. Las regiones, los países, el mundo, se disputará el agua, lo cual traerá consigo nuevos desplazamientos humanos.

Una migración gestionada, planificada a nivel global, encauzada, podría configurarse como una alternativa a los problemas derivados del cambio climático

Ya el informe Foresight [1] sobre Migración y cambio climático global, elaborado en 2011, advertía sobre cómo las catástrofes naturales desplazaron a 42 millones de personas en 2010. Según este informe, las inundaciones generan importantes movilidades como las que se observaron tras la catástrofe provocada por el Huracán Katrina en Nueva Orleáns en 2005, en el marco de la cual Texas recibió 250.000 inmigrantes. En Vietnam algunos estudios muestran que la destrucción de los cultivos provocada por las inundaciones puede estar en la base de movimientos migratorios. La sequía, por su parte, es igualmente causante de fuertes movilidades. Durante la década de los ochenta y principios de los noventa, del siglo pasado, se calcula que alrededor de 100.000 personas salieron de Karakalpakstan, por causa de la desecación del mar de Aral. Las sequías están detrás de muchas migraciones rural-urbanas, como los desplazamientos que se observaron en Burkina Faso durante los 70 o en las llanuras etíopes entre 1996 y 2001 (Foresight: 2011). Según un informe reciente del Banco Mundial, el cambio climático podría impulsar el desplazamiento de 216 millones de personas de seis regiones del mundo dentro de sus países de aquí a 2050 (Groundswell, 2021) [2]. Otras estimaciones hablan de 150–200 millones de personas que serán desplazadas por el cambio climático en 2050 [3].

Todo ello nos lleva a reflexionar sobre cómo tratar la temática del agua y las movilidades y proponer una perspectiva que mire a las migraciones no sólo como un problema derivado de los conflictos y de las catástrofes naturales sino también como una posible solución a las mismas, tal y como ya planteaba en su día el informe Foresight (2011). En efecto, una migración gestionada, planificada a nivel global, encauzada podría configurarse como una alternativa a los problemas derivados del cambio climático. Desde una perspectiva de justicia global, de derechos humanos, es importante que vayamos naturalizando y canalizando los desplazamientos humanos, como hace el agua en un entorno natural protegido. Movernos como el agua puede ser una posible solución a la crisis global.

[1] Foresight : Migración y cambio climático global (2011). Informe del proyecto final: Resumen ejecutivo. Oficina del Gobierno para la Ciencia, Londres https://assets.publishing.service.gov.uk/media/5a7cb7a1e5274a38e5756521/12-572-migration-and-global-environmental-change-summary-spanish.pdf

[2] GROUNDSWELL: ACTUAR FRENTE A LA MIGRACIÓN INTERNA PROVOCADA POR IMPACTOS CLIMÁTICOS, Banco Mundial (2021) https://openknowledge.worldbank.org/server/api/core/bitstreams/fc2c02ad-81fe-517e-86e3-13a851a682f5/content

[3] Brown, Oli (2008). Migration and Climate Change. International Organization for Migration.

*La Cátedra Emalcsa no se identifica necesariamente con las visiones expuestas por los autores de los artículos que publica. Nuestra intención es ser un medio para la difusión, el diálogo, el debate y el avance en conocimiento.